Los últimos días en este departamento.
Antes me generaba un
poco de nostalgia dejarlo, ahora sólo un escozor en el cuerpo, un
cosquilleo de curiosidad por lo que vendrá.
Llegué hace casi 2 años
a Berlin: sola, con apenas lo puesto y muchas ganas de quedarme. Me
instalé en esta habitación, con la incertidumbre y la precariedad que
otorga una visa de 6 meses pero con el deseo de hacer de ésta MI
ciudad.
Luego pasó lo típico: conocí gente, aprendí alemán, trabajé, viajé un poco, construí una rutina. En el medio me fui encariñando cada vez más con esta vivienda, hasta sentirla una parte imprescindible de mi existencia berlinesa.
Y un día pasó lo atípico: conocí a W, nos enamoramos, se mudó conmigo y nos casamos.
Decidimos
fundar nuestro hogar en Berlin, en un lugar escogido y amoblado por
ambos. Ahora llegó el momento y nos vamos a mudar. Me encanta este
proyecto, pero a la vez me inquietan sus implicancias. De alguna manera
algo en mi vida se termina y empieza la nueva vida de a dos. Claro que
la vida de a dos empezó hace tiempo, cuando nos lanzamos a convivir y a
hacer planes juntos. Pero en cierta forma, este departamento era el
último bastión de mi vida "sola". Y no es que quiera volver a estar
sola, pero es lo que aprendí y desarrollé durante mi vida adulta y lo
que mejor me sale.
Toca cambiar de domicilio y de paradigma, sin mariconear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario