viernes, 20 de diciembre de 2013

vaivenes

Estoy contenta porque desde hace unos días estamos super bien con W.
Tuvimos una racha de dos semanas discutiendo y peleando casi todos los días. A veces empezaba él, a veces yo. Nuestras peleas son desgastantes porque siempre hay gritos y portazos. No tendría que ser así, pero cuando la furia sale sale. Es díficil identificar razones o motivos. Tal vez que empezó el invierno y la oscuridad, la excusa número uno, aunque tengo en claro que si viviéramos en un clima tropical nuestras disputas no disminuirían. Lo peor es cuando entramos en esos circulos infernales donde empieza uno y el otro sigue y luego el otro y la ola de mufa y mala onda y agresividad nos devora.
No se cómo hicimos, pero pudimos evadirnos de ese loop. O por lo menos me pude identificar con su situación y darme cuenta que está bastante pasado de laburo y responsabilidades y evito romperle las pelotas. Él por su parte está menos suceptible.
Y ahora caminamos entre las nubes. Estamos todo el tiempo disfrutando el uno de/con el otro. No nos molesta absolutamente nada del otro y todo sucede placidamente.
Pero lo otro es también parte del amor, al menos parte del nuestro. Somos dos sujetos con personalidades, idiomas y culturas diferentes, que desde hace poco más de un año conviven. Es obvio que a veces vamos a querer matarnos o nos vamos a odiar.
Lo importante es que nos bancamos, que lo hablamos mucho y que podemos superar las malas rachas, la mufa y todo lo demás. Y que queremos y nos gusta estar juntos.

sábado, 28 de septiembre de 2013

mudanza

Los últimos días en este departamento.
Antes me generaba un poco de nostalgia dejarlo, ahora sólo un escozor en el cuerpo, un cosquilleo de curiosidad por lo que vendrá.
Llegué hace casi 2 años a Berlin: sola, con apenas lo puesto y muchas ganas de quedarme. Me instalé en esta habitación, con la incertidumbre y la precariedad que otorga una visa de 6 meses pero con el deseo de hacer de ésta MI ciudad. 
Luego pasó lo típico: conocí gente, aprendí alemán, trabajé, viajé un poco, construí una rutina. En el medio me fui encariñando cada vez más con esta vivienda, hasta sentirla una parte imprescindible de mi existencia berlinesa. 
Y un día pasó lo atípico: conocí a W, nos enamoramos, se mudó conmigo y nos casamos.
Decidimos fundar nuestro hogar en Berlin, en un lugar escogido y amoblado por ambos. Ahora llegó el momento y nos vamos a mudar. Me encanta este proyecto, pero a la vez me inquietan sus implicancias. De alguna manera algo en mi vida se termina y empieza la nueva vida de a dos. Claro que la vida de a dos empezó hace tiempo, cuando nos lanzamos a convivir y a hacer planes juntos. Pero en cierta forma, este departamento era el último bastión de mi vida "sola". Y no es que quiera volver a estar sola, pero es lo que aprendí y desarrollé durante mi vida adulta y lo que mejor me sale.
Toca cambiar de domicilio y de paradigma, sin mariconear.